… y para una de las pocas veces que cojo el autobús (esto suena muy yuppie capitalista voy de guay, en realidad no es verdad pero la realidad siempre es menos divertida) termino dándole mis datos a la policía…
Esto ocurrió una tarde Agosto en Madrid, una chica cualquier se dirigia a coger el bus para ir a su casa como tantas otras veces. No obstante al subir se percató de cierta tensión en el ambiente, la pasajera que viajaba detrás del conductor se dirigía a él dándole mensajes de animo y tranquilidad. Luego nuestra protagonista pudo comprobar como esos mensajes iban encaminados a relajar la situación con un camión que se atravesó delante del autobús y le impedía avanzar.
En cuestión de segundos, 5 señoras se habían apelotonado en la parte delantera del autobús junto al conductor e increpaban al condutor del camión, que a su vez también les increpaba a ellas, curioso método de comunicación, evidentemente no verbal porque nadie oia al otro pero se intuían los insultos.
Mientras esto pasaba en la parte delantera, nuestra protagonista se afanaba en poner la oreja a una conversación que transcurría en los asientos contiguos a ella. Un chico de unos 30 y pico años, bermudas caqui, botas de montaña, media melena morena y barba abundante conversaba con una chica delgada, pelo largo, vestido hippie y sandalias de tiras marrones. “…ahora todo esto me parece un parque de atracciones, si, me parece que estoy dentro de un parque de atracciones, los policias, la gente, todo me parecen nimiedades… lo único que me importa son las relaciones humanas, bueno, en general las interrelaciones de todo tipo… después de 10 años fuera te puedes imaginar…” El contraste era brutal, si miraba de frente se encontraba con una jauria de lobas y si miraba a su derecha un coloquio intelectual sobre la vida.
Al final la aventura terminó 20 minutos después, con 2 autobuses de la línea 29 parados en medio de la calle, el camión atravesado obligado a aparcar en la acera para no entorpecer el paso, los pasajeros del primer autobús dándole los datos a los municipales por si hubiera que tomar represalias contra el conductor del camión o “tio loco, descerebrado”, “borracho inconsciente, que podía haber originado un accidente”, una señora muy práctica mandando a los polícias como organizarse para coger los datos porque ella estaba sin comer y se iba a desamayar “venga ya hombre! pero tomen los datos de dos en dos, es que esto es una vergüenza, llevamos aquí parados 20 minutos por la mierda de tio ese” y las señoras increpadoras alabando al conductor del autobús como si fuera un héroe y dispuestas a lo que fuera porque no sufriera ningún tipo de problema por el incidente.
Esto ocurrió una tarde Agosto en Madrid, una chica cualquier se dirigia a coger el bus para ir a su casa como tantas otras veces. No obstante al subir se percató de cierta tensión en el ambiente, la pasajera que viajaba detrás del conductor se dirigía a él dándole mensajes de animo y tranquilidad. Luego nuestra protagonista pudo comprobar como esos mensajes iban encaminados a relajar la situación con un camión que se atravesó delante del autobús y le impedía avanzar.
En cuestión de segundos, 5 señoras se habían apelotonado en la parte delantera del autobús junto al conductor e increpaban al condutor del camión, que a su vez también les increpaba a ellas, curioso método de comunicación, evidentemente no verbal porque nadie oia al otro pero se intuían los insultos.
Mientras esto pasaba en la parte delantera, nuestra protagonista se afanaba en poner la oreja a una conversación que transcurría en los asientos contiguos a ella. Un chico de unos 30 y pico años, bermudas caqui, botas de montaña, media melena morena y barba abundante conversaba con una chica delgada, pelo largo, vestido hippie y sandalias de tiras marrones. “…ahora todo esto me parece un parque de atracciones, si, me parece que estoy dentro de un parque de atracciones, los policias, la gente, todo me parecen nimiedades… lo único que me importa son las relaciones humanas, bueno, en general las interrelaciones de todo tipo… después de 10 años fuera te puedes imaginar…” El contraste era brutal, si miraba de frente se encontraba con una jauria de lobas y si miraba a su derecha un coloquio intelectual sobre la vida.
Al final la aventura terminó 20 minutos después, con 2 autobuses de la línea 29 parados en medio de la calle, el camión atravesado obligado a aparcar en la acera para no entorpecer el paso, los pasajeros del primer autobús dándole los datos a los municipales por si hubiera que tomar represalias contra el conductor del camión o “tio loco, descerebrado”, “borracho inconsciente, que podía haber originado un accidente”, una señora muy práctica mandando a los polícias como organizarse para coger los datos porque ella estaba sin comer y se iba a desamayar “venga ya hombre! pero tomen los datos de dos en dos, es que esto es una vergüenza, llevamos aquí parados 20 minutos por la mierda de tio ese” y las señoras increpadoras alabando al conductor del autobús como si fuera un héroe y dispuestas a lo que fuera porque no sufriera ningún tipo de problema por el incidente.
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