Señoras que casi se pegan en una parada de autobús

A veces uno se pregunta si la vida es como es o es como tú la ves…
Esta mañana llego a la parada del autobús y me encuentro a dos señoras de más de 60 años increpándose y gritándose, mientras eran separadas por la hija y el marido de una de ellas.
La razón aún no la sé, pero una llamaba “gilipollas” a la otra y la otra decía “vamos a callarnos, vamos a callarnos”.
Realmente una de las dos no debía estar muy bien de la cabeza, llevaba una especie de camisón blanco debajo de una chaqueta beige, pelo rubio limpio pero con raíces hasta media cabeza y un sólo diente asomando en la mandíbula inferior. Su oración, que repetía todo el tiempo era que la habían atropellado hacía 3 años y que desde entonces sólo se encontraba con gente mala que la querían hacer daño.
En estas circunstancias la verdad, no sé quien era peor si la señora medio loca o la señora normal que no era capaz de callarse y dejar a una pobre inestable quejarse en paz.
Llegó el autobús y la señora atropellada montó un señor pollo porque el conductor no arrimaba más el autobús a la acera para que ella subiera, y otra vez volvía a repetir que toda la gente que se topaba con ella era gente mala.
Su vida debía ser un infierno, un infierno creado por ella, donde todo el mundo tenía por misión hacerle daño.

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