Si antes lo escribo antes me tengo que retractar de todo lo que escribí sobre el Niemeyer. Este fin de semana me volví a pasar por Avilés a ver la obra del arquitecto brasileño y la verdad es que ahora sí que hace honor a la fama que le precede. Fui un poco injusta al juzgar la obra cuando aún estaba sin terminar. Ahora mismo con su cúpula redondita, sus formas suaves en contraste con las chimeneas de las fábricas que se vislumbran por detrás y lo amplio del complejo parece un proyecto digno de admirar. Es el típico monumento que lo fotografíes por donde lo fotografíes siempre queda armónico y te sale una foto chula. Aunque no es el Guggenheim esperemos que también sea motor de cambio para la ría Avilesina…