Hay una araña en mi cuarto

Hay una araña en mi cuarto. Ayer estaba sobre mi cabeza y hoy sobre mis pies, en el techo.

Han pasado 5 años y Juana y yo somos muy amigas, desde que se instalara en casa por primera vez han pasado muchas cosas. Recuerdo al principio como estábamos un poco tímidas pero después de unos días fuimos perdiendo el miedo y aprendimos a sentirnos cohabitantes de la misma casa. Ella se encargaba de que no hubiera insectos y yo de lo demás. También ha sido una fiel escuchante de mis problemas. Ella no ha tenido una vida fácil tampoco, nació en el jardín del vecino, que es un hombre muy tosco y poco hospitalario. Al poco de nacer, se dio cuenta de que estaba sola en el mundo y de aquel jardín no le gustaba nada, así que se lio la manta a la cabeza y empezó a recorrer paredes y tuberías. Por el camino se encontró con seres de todo tipo, amables y solidarios, muchos le tenían miedo y no se acercaban, a otros tras una tranquila charla se los comía. Descubrió multitud de sabores durante sus años por las tuberías y paredes que hay entre mi casa y la del vecino. Aprendió a tejerse jerseys con su tela de araña para pasar mejor el invierno y construir una polea para subir hasta el tejado y tomar el sol los días de verano. Con el tiempo se hartó de vivir siempre entre paredes grises sin ver la luz del sol y se mudó al tejado. Allí vivió meses felices al sol, entre florecillas que crecían entre las tejas y descolgándose por el borde para explorar las ventanas del edificio. Fue así como conoció otro tipo de humanos. En el 5 había una familia con niños que gritaban cada vez que la veían, en el 4 había una pareja que parecían no verla nunca porque solo se miraban y se hablaban a si mismos, en el 3 una abuelita tejía como ella sentada en un mecedora. Intentó hacerse amiga de la abuelita pero la señora tenía poca conversión.

Una vez los niños del 5 intentaron cazarla pero pudo escapar, fue todo un reto. Le habían colocado un vaso de cristal y podía verles con sus enormes ojos mirándola y con sus grandes bocas gritando como locos. No recuerda como escapó pero yo se que el padre de los niños les explico que las arañas son muy necesarias para el medio ambiente y que son seres vivos que no vienen a hacernos daño. A punto de morir asfixiada, Juana fue liberada por el padre en el alféizar de la ventana, medio moribunda se escapó rápidamente gracias a una de sus poleas.

El piso que más le gustaba era el 2, allí vivía un pintor, a veces le hablaba como si fuera un humano más. En una ocasión hasta pintó un cuadro en su honor. Aquel señor estaba muy triste y muy solo, una mañana se fue y nunca más volvió. A Juana le gustaba corretear entre sus cuadros y sentir que el mundo era un lienzo de colores.

Aquel pintor era mi abuelo, tras su marcha, decidí instalarme en su casa. Y fue así como conocí a Juana.

Leave a comment